Steve Wozniak

Steve Wozniak: El Mago de Woz

Lo de que Apple comenzó a operar en un garaje ya nos lo ha desmentido el personaje del que hoy quiero hablar. Porque es ni más ni menos uno de los genios de la ingeniería informática que más admiro, por haber mantenido siempre un perfil bajo pese a ser la mente brillante y el lado técnico de una de las revoluciones tecnológicas más grandes del siglo XX: el ordenador personal. Él, junto a Steve Jobs, otro genio pero del marketing y la innovación, serían los fundadores de la empresa de la manzanita, esa que se ha vuelto la religión de muchos y el blanco favorito de las envidias de otros tantos. Un tipo de un aspecto bonachón y un aura serena, conocido como Woz, El Mago de Woz o iWoz, él es Stephan «Steve» Gary Wozniak.

Nacido en 1950 en California, hijo de una pareja de inmigrantes de los Cárpatos, Wozniak creció rodeado de valores como el pensamiento individual, la filosofía moral y la ética del radioaficionado: ayudar a los demás en emergencias. Desde joven, mostró fascinación por todo lo que requiriera pensar mucho, incluso si no tenía una utilidad práctica inmediata. A los once años, construyó su propia estación de radio y obtuvo una licencia de emisión. A los trece, diseñó una computadora capaz de jugar al tres en raya y ganó una feria científica con una calculadora basada en transistores.

Fue en 1976 cuando su camino se cruzó con el de Steve Jobs, y juntos fundaron Apple. Wozniak diseñó las primeras computadoras de la empresa: la Apple I y la Apple II. La última se convirtió en un éxito comercial que marcó el inicio de la revolución de las computadoras personales. Mientras Jobs se encargaba de la visión empresarial, Woz perfeccionaba diseños que no solo eran funcionales, sino también accesibles para los usuarios.

Sin embargo, sus caminos eventualmente se separaron. En 1985, Woz dejó Apple para dedicarse a proyectos personales y filantrópicos, especialmente enfocados en la educación tecnológica. Su legado no solo está en los dispositivos que ayudó a crear, sino también en su ejemplo de cómo la humildad y la colaboración pueden ser tan revolucionarias como cualquier invento.

En una de sus tantas intervenciones, Wozniak declaró algo que resume su relación con Jobs y su visión de la vida:

«Steve Jobs, mi mejor amigo, cogía mis diseños y los convertía en productos. Éramos muy parecidos, teníamos la misma forma de ver el mundo y pasábamos horas hablando de las cosas importantes, escuchando música, jugando a videojuegos. Llegó el dinero y su personalidad cambió. Él quería ser ese tipo de persona importante a la que le gusta estar encima de todo. Yo simplemente me dedico a la ingeniería.»

La historia de Steve Wozniak nos recuerda que tras cada gran genio visible hay un aliado esencial, alguien cuya dedicación y talento hacen posible lo imposible. Si te interesa conocer más historias de esos socios y aliados que marcaron la historia desde las sombras, déjalo en los comentarios. Quizá descubras que algunos de los mayores logros de la humanidad no tienen un solo protagonista.

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